viernes, 23 de noviembre de 2018

Oleadas migratorias nuestro origen

No puedo estar en contra de las migraciones. Soy un migrante. Mi abuelo fue originario de Cumuripa, emigró a los Estados Unidos y de allá regresó para ser uno de los fundadores de la ciudad donde ahora vivo. Mi abuela nació en Arizona y vivió toda su vida en el Ejido Lagunitas. Por el lado de mi madre, mis abuelos también tienen su historia de migración. El abuelo trabajó en las minas de Zacatecas, donde nació y de tanto ir y venir a Estados Unidos para trabajar como bracero, se quedó en la sierra sonorense para emplearse en el mineral de El Tigre, cerca de Nacozari. Allí conoció a mi abuela y juntos llegaron a San Luis allá por los cincuentas.
Por 12 años trabajé en el Consulado de México donde pude ver de cerca el fenómeno de la Migración y conocer en particular de las injusticias en contra de nuestros connacionales.
Vivo en una comunidad, donde chinos, japoneses, estadounidenses, españoles y de otras nacionalidades, junto con nuestros pioneros, se partieron el alma para hacer producir este remanso de patria. Otros, tal vez aportaron menos, pero hicieron vida pacífica y productiva. Nada que reclamarles.
Y es que hay que entender que por el hecho de estar en la frontera, somos nosotros mismos producto de la Migración. Hace por lo menos unos 600 años una sequía en centros poblacionales más grandes, provocó una oleada migratoria hacia el Río Colorado. En particular hacia los alrededores del Lago Cahuila, muy cerca del Valle Imperial.
A finales del siglo XIX se propició una fuerte inmigración de chinos hacia los Estados Unidos con el fin de trabajar en la construcción del ferrocarril, y al terminarse, los rechazaron al punto de que, en 1904, se emitió una ley que prohibía su entrada. Afortunadamente esto coincidió con el desarrollo agrícola de la región, que requería de mano de obra y por este motivo, de 1910 a 1920 se facilitó la entrada de asiáticos a trabajar en esta región.
La firma del Tratado de Amistad y Comercio entre México y Japón, en noviembre de 1888, abrió la posibilidad para que llegar a nuestro país los primeros grupos de japoneses como colonos.
Los procesos migratorios de chinos y japoneses resultaron importantes para  el desarrollo de la región, en tal firma que fueron ellos los que impulsaron las actividades productivas. Sin ellos, el cultivo del algodón en el valle de Mexicali y San Luis, la pesca en Ensenada, o el desarrollo agrícola en el valle de Maneadero, hubieran seguido procesos productivos diferentes.
“Los japoneses llegaron a administrar hasta 81 mil hectáreas en el valle de Mexicali, de las que se podía levantar una cosecha de 10 mil pacas de algodón con un valor de 450 mil dólares”.
Mire usted lector estos datos del INEGI. En 2010, llegaron en total 154 mil 029 personas a vivir a Baja California, procedentes del resto de las entidades del país.   De cada 100, 18 provienen de Sinaloa, 10 de Sonora, 9 de Chiapas, 7 de Jalisco y 6 del Distrito Federal.
Al 2010, de cada 100 migrantes internacionales del estado de Baja California, 94 se fueron a Estados Unidos.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario