sábado, 16 de junio de 2012

MORIR MATANDO, DE ABELARDO RODRIGUEZ

MORIR MATANDO
Ahora, algunos cometarios sobre la lectura rápida que le pude dar al libro. Un novelón en todos los sentidos. Por sus casi seiscientas páginas y por su contenido.
Quiero decirles que me sentí interesado en la novela desde la primera página. En la medida en que volvía a mojar mis dedos para dar vuelta a la siguiente página, volvía a sentir el gusto de concluirla y sentir el coraje y el miedo de los personajes.
Contar la historia desde una perspectiva literaria toma por propósito principal, ofrecer una visión verosímil de una época histórica preferiblemente lejana, de forma que aparezca una cosmovisión realista e incluso costumbrista de su sistema de valores y creencias, según lo plantea Goerge Lukács.
Eso es precisamente lo que hace especial la novela Morir Matando de Abelardo Rodríguez, ya que como lo han dicho otros reseñistas, consigue, el autor, fundir la historia general con la llamada micro historia. Es decir, logra explicarnos los acontecimientos históricos de Sonora desde los movimientos apaches a finales del siglo XIX, hasta el inicio del movimiento revolucionario.
Pero ese contar no tiene como pretexto principal la acción, es decir no pretende elaborar una historia novelada, sino que más bien su objetivo es puramente literario y la historia es un pretexto suficientemente poblado que permite el contar las cosas con mayor soltura.
Francisco Noriega, personaje típico de la sierra sonorense nos lleva en esta novela por infinidad de vericuetos, situaciones y personajes que en su momento tuvieron que ver con la historia regional.
Así, en la medida en que se van recorriendo las páginas de Morir Matando, el lector va situándose en la misma mesa con personajes como Jerónimo, Ricardo Flores Magón, Porfirio Díaz y muchos más. El ambiente que logra crear el autor es tal que las páginas se llenan de polvo y pólvora. Se oyen silbar las balas y las páginas se llenan de sangre. Los paisajes del norte de Sonora y sur de Arizona van apareciendo en las páginas de la novela como parte de los personajes.
Y la historia misma se va diluyendo entre las frases de cada párrafo, para convertirse en una expresión literaria acabada y suave como mis poemas preferidos de Pablo Neruda, sobre todo aquellos que rememoran el paisaje y los hechos históricos en el Canto General.

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