Esta obra, recopila los
eventos históricos que dieron inicio a
la comunidad pesquera y turística del Golfo de Santa Clara, logrando una
variada gama de relatos y de historias,
las más de ellas muy interesantes, que nos ponen de frente a los personajes
fundadores, como los abuelos de Don Luis Navarrete (Perrito), Alejandro
Rodríguez y Dolores Cázares, la familia Gutiérrez (Los Pocholongos), la familia
Verdugo (Los Cuete) la familia Amaya, la familia Soberanes y muchos más. Hombres
y mujeres de carácter recio, dispuestos a conquistar un territorio indómito,
como lo es el desierto de Sonora y Baja California; zona compartida de mar y
arena donde avanzar cada paso para llegar al lugar, implicó algo más que
caminar; el sobre esfuerzo de hundirse y salir de la arena. Pero no solo era la
arena, eran las serpientes y la desolación terrible por la ausencia de agua, de
vegetación que protegiera del intenso calor o de la dureza de los inviernos y
del extravío insoportable de las ventiscas.
Gloria Mojardín Zavala es maestra jubilada. Realizó estudios en la Normal Básica, Normal Superior y Universidad
Pedagógica Nacional. Trabajó en escuelas primarias y secundarias. Entre otras
en la Escuela Secundaria Agropecuaria # 42 y en la Escuela Secundaria Nocturna
para Trabajadores. Ha pertenecido a la Comisión de Asuntos Históricos por más
de 20 años (Fue su presidente en el 2010). Cofundadora de Centro de
Investigaciones Históricas e integrante de la Sociedad Sonorense de Historia.
La escritora Alicia Hinojosa
García escribe en el prólogo que “Al leer este libro, podemos comprender
las características que debe tener un
conquistador, un fundador de un sitio tan inhóspito, pero que visto bajo la
mirada de estos aventureros se ofrecía ante ellos no solo el desierto y sus
dificultades, sino un murmurante mar lleno de vida, de alimento, de riquezas
insospechadas. Estos personajes merecen
ser reconocidos, porque no únicamente se hicieron hombres de mar, sino que
además, conquistadores del desierto. Cada historia, tiene la voz entrañable de
la humildad y el gozo del corazón de Gloria Mojardín, abriéndose paso entre la
narración y el recuerdo de los narradores”.
La autora, en el prefacio de
su obra, dice que “Algunas personas me preguntan ¿por qué escribir sobre El Golfo
de Santa Clara? Pues bien, siendo maestra en Hermosillo, cambié mi lugar de
adscripción a San Luis Río Colorado en
1976. En la primera oportunidad, fui a conocer el Golfo de Santa Clara, ya que
una de mis maestras en la escuela secundaria, me había platicado maravillas de
este lugar de una manera muy emotiva. Yo la escuchaba pensando que algún día
tendría la oportunidad de estar en éste lugar tan añorado por ella, y también escribiría sobre él. Quedé
gratamente impresionada por el encanto de sus atardeceres, la claridad de sus
aguas y su gente amable. Mis visitas frecuentes, ya como integrante de algunas
asociaciones como la Comisión de Asuntos Históricos, el Centro de
Investigaciones Históricas y la Sociedad Sonorense de historia, hicieron que
renaciera en mí, el deseo de escribir sobre este bello poblado pesquero, y así
lo hice”.
Y sigue narrando cómo su
libro fue adquiriendo forma: “No fue tarea fácil, visité varias ciudades en
busca de información, incluso San Luis Río Colorado, pero en ninguna encontré
lo que buscaba, porque no existen archivos que puedan consultarse. Entonces
recurrí a entrevistar a la mayor cantidad de gente posible, e incansablemente
visité el Golfo de Santa Clara en innumerables ocasiones viajando, casi siempre
sola, por la carretera que une a San Luis con este bello lugar, obteniendo muy
buenos resultados”.
Continua: “Al convivir
estrechamente con su gente durante mucho tiempo, me enteré de los numerosos
problemas que han tenido que enfrentar desde los primeros pobladores que vivían
en cuevas que hacían socavando la arena y poniéndoles techos de diversos
materiales, ya que no había casas en sus primeros tiempos. Las playas lodosas
les obligaron a transportar la pesca de totoaba con palancas, burros o
caballos. Después utilizaron los anfibios, hasta llegar a recurrir a lo que la
modernidad les ofrecía”.
Y finaliza: “El pueblo
progresó, se organizaron cooperativas, se construyeron barcos, escuelas,
comercios, Centro de Salud, Cruz Roja, Delegación y Comandancia de Policía. Se
construyó el faro, hoteles, comercios. Se ha pavimentado un sector y se planean
mejoras. Pero no todo es progreso, actualmente la gente Santa Clara está pasando
por una época muy difícil, por la suspensión de la pesca, en un intento por
preservar las pocas vaquitas marinas que existen. Las tierras del ejido no son
cultivables y no disponen de dinero para darles otro uso. El turismo que los
visita, atraído por sus hermosas playas
es esporádico y no suficiente para sostener a la población. Su futuro es
incierto y preocupante, solo los sostiene su férrea voluntad y el arraigo que
tienen en la tierra que a muchos de ellos, los vio nacer, así como la esperanza
de un mejor mañana para ellos y para sus hijos…”.
Para Alicia Hinojosa García
este “es un libro de vivencias de personas que directamente abrieron la brecha
para hacer del Golfo de Santa Clara lo que es ahora. Tiene la memoria de los
hijos que siguieron la huella de los padres, tal vez hechizados por el ronroneo
marino, o los atardeceres inauditos al bajarse de las pangas. Era necesario un
atrevimiento de la magnitud de sus fundadores para rehacer esta parte de
nuestra historia local, y este ha sido, el de Gloria Mojardín, quien ha tenido
que ir y venir por la carretera sin importar las inclemencias del clima, sin
considerar si resultaba difícil o no. Ella se iba ante la ilusión de una
entrevista más, donde se enteraría del tiempo en el que los golfeños vivían en
cuevas, o cuando entrevistó a los
encargados de CONAPESCA, del Alto Golfo Sustentable y al Capitán del Puerto,
para saber acerca de mareas y pesca, de tiempos buenos para la curvina o el
camarón, y de que ha pasado con la vaquita marina. El machorro, el faro,
lugares emblemáticos de los cuales se disfruta, pero se desconoce su historia,
las fechas de fundación, los usos que la comunidad le ha dado y cuando el faro
quedó cegado, no por el esplendor del sol sino porque dejó de funcionar”.
La prologuista concluye
reconociendo “Qué importante me parece esta obra, porque en ella encontramos la
determinación, la aventura, la tenacidad, los esfuerzos de organización en
cooperativas pesqueras y las luchas que se han derivado con este propósito de
no trabajar individualizados, de reorientar la organización social, política y
económica y a su vez, las confrontaciones con las autoridades oficiales o no,
que no faltan en el andar cotidiano.
Golfo de Santa Clara, una
perla entre el mar y el desierto se publica en parte con el apoyo del Programa de
Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias 2015.
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