Manuel
Cuen Gamboa*
Efectivamente. Leer, es protestar contra las
insuficiencias de la vida. Y es que, como lectores, lo que buscamos en cada
obra, es una guía y una sabiduría que aporte significados sobre la propia vida.
De otra forma no hay ganancias en la lectura. Si no lees, te conformas.
Ha sido una gran experiencia llegar a la lectura de La Ciudad y Los Perros de Mario
Vargas Llosa. Como ya lo he descrito antes, intentando reseñar los libros que
van completando mi breve biblioteca, adquirí en diciembre pasado Norte, de Edmundo Paz Soldán y
después Los Detectives Salvajes
de Roberto Bolaño. Algo había oculto en sus obras, que me remontaron a buscar
esta obra escrita hace 50 años por un polémico autor, galardonado no hace tanto
tiempo con el Premio Nobel de Literatura. Hablo por supuesto de Mario Vargas
Llosa.
Y me vienen a la mente una seria de circunstancias y
situaciones que distinguen el escenario tema de la obra. Nuestra America está
marcada por Innumerables intervenciones y agresiones militares efectuadas por
Estados Unidos. Como también, por el
peso excesivo que los militares han jugado en la política interna del
continente mediante golpes de estado o la instauración de dictaduras militares.
La milicia es parte de la vida común de la mayoría de los latinoamericanos,
porque la hemos padecido. De manera tal que abordar el tema de la vida
castrense, se convierte en un tema de por si interesante para la novela
latinoamericana. Y por supuesto me vienen a la mente los personajes de Paz
Soldán y de Bolaño, porque se ven alimentados por las características de El
Jaguar o de Alberto El poeta, por mencionar a algunos. Pero también, vienen a
la mente los personajes y escenarios de las obras de Gustavo Sainz y de otros
autores de la llamada generación de la onda, porque con toda seguridad fueron
inspirados en parte por esta obra.
La
ciudad y los perros no solamente es un
ataque contra la crueldad ejercida a un grupo de jóvenes alumnos del Colegio
Militar Leoncio Prado, sino también una crítica frontal al concepto erróneo de
la virilidad, de sus funciones y de las consecuencias de una educación castrense
malentendida. Aunada a la brutalidad propia de la vida militar, a lo largo de
las páginas de esta extraordinaria novela, la vehemencia y la pasión de la
juventud se desbocan hasta llegar a una furia, una rabia y un fanatismo que
anulan toda sensibilidad.
La
Ciudad y los Perros, de Mario Vargas Llosa,
se destaca por una novedosa narrativa a partir de dualidades. Dualidades tanto
en la forma de escritura, como en la forma de actuar de los personajes
principales. Novela premiada. Premio Biblioteca Breve (1962), Premio de la Crítica
Española (1963). Parte del Boom Latinoamericano. Fuentes la catalogo como parte
de la nueva Novela Latinoamericana.
Mario
Vargas Llosa, ha publicado también: La Casa verde (1966), Conversaciones
en catedral (1969), Pantaleón y las visitadoras (1973), La
fiesta del chivo (2000).
La obra se inscribe en la serie de ediciones
conmemorativas de la RAE y la ASALE, en la que también figuran Don Quijote
de la Mancha, de Miguel de Cervantes (3.000.000 de ejemplares vendidos en
todo el mundo hispanohablante); Cien años de soledad, de Gabriel García
Márquez (más de 1.300.000 de ejemplares vendidos); La región más
transparente, de Carlos Fuentes, y las antologías de Pablo Neruda y
Gabriela Mistral.
Así que vale la pena releer La Ciudad y los Perros,
de Mario Vargas Llosa.
Efectivamente.
Leer, es protestar contra las insuficiencias de la vida.
Una obra que va de la mano de la poesía.
*Manuel Cuen Gamboa. Autor de los libros Rondín Nocturno (poesía),
Zarpazos de Sol (Ensayo), La
Frontera, el Rio y el Desierto (Crónica) y Canto de Luz (Poesía). En prensa Parvada de Olvidos (poesía).