Por Manuel Cuen Gamboa
60 mil muertos asociados
al combate contra el crimen organizado, tan solo en la anterior administración,
es una prueba de que el tema de la violencia ha sembrado el camino de los mexicanos
-de todos los mexicanos-, de terror y desconfianza. La realidad de un México
brutal, recogida por creadores como es el caso de Élmer Mendoza, ha devenido no
únicamente en una moda, sino que se puede hablar ya de una estética de la
violencia, cuando descubrimos que autores en otras disciplinas están
refiriéndose por medio de sus expresiones, a ese México áspero y rudo que nos
circunda.
Élmer es un escritor
mexicano, representante de la llamada narco literatura. Uno de los autores
mexicanos más aclamados a nivel mundial en novela negra, con una carrera
vertiginosa en los últimos anos, sobre todo después de Un Asesino solitario. El jefe de jefes de la novela le han
llamado y hay que decir que fue elegido miembro correspondiente de la Academia
Mexicana de la Lengua en 2011.
Es un honor para mi haber
sido invitado a presentar al célebre escritor y comentar su más reciente novela
El
misterio de la orquídea calavera. Agradezco pues, al Instituto de
Cultura de Baja California y en especial a Olga Angulo por esta distinción.
La literatura de Élmer
Mendoza es como una gran boa que se enrosca, se desarrolla, se endereza como un
mástil o se arrastra como una liana sobre nuestro cuerpo, suave y pausadamente,
para llevarnos sin miedo por los vericuetos de sus historias negras y sus giros
lingüísticos de probada solución.
Desde su primera novela, Un
asesino solitario (1999), Mendoza se había dado a conocer no sólo como
el narrador que recoge con acierto el efecto de la cultura del narcotráfico,
sino que también como autor de una aguda y viva exploración lingüística de los
bajos fondos mexicanos. Esos en los que se conjuntan delincuencia, policías y
políticos corruptos. Fantasía y ficción de la realidad mexicana.
Con El amante de Janis Joplin
(2001) obtuvo el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares y con Efecto
Tequila (2004) fue finalista en 2005 del Premio Dashiell Hammett. La
consagración internacional llegó con Balas de plata, novela que obtuvo el
Premio Tusquets 2007. En 2010 publicó La prueba del ácido y Nombre
de perro en 2012.
El misterio de la orquídea
calavera es una novela que cruza la frontera entre la realidad y la ficcion. Concebida
para llegar a un público principalmente joven, para quienes las obras de
hechiceros, donde los protagonistas principales son igualmente adolescentes, se
han generalizado. Con buen ritmo en la trama, la historia salta de un tema a
otro con precisión. Inclusive el paisaje llega a convertirse en personaje y los
diálogos se construyen a partir de referentes de la cultura actual, donde
permea el uso de las nuevas tecnologías, junto a los tradicionales chamanes que
fantasmalmente aparecerán y desparecerán de la historia.
Los personajes son completos:
El Capi Garay con sus lloriqueos,
enamoramientos y tics. Símbolo de miedo e incapacidad, con apenas 18 de edad,
debe idear un plan para reunir cuatro millones de dólares en tres días luego de
recibir una llamada amenazante: han secuestrado a su padre. Es el momento de
demostrar a los demás y a si mismo que no es un adolescente inútil. Al emprender su viaje a Xilitla para probar
suerte coma negociador, encuentra El misterio de la orquídea Calavera
en el librero del hotel. En sus páginas descubre la fascinante historia de Edward
James y de cómo fundó Las Pozas, un
parque surrealista en la selva mexicana. El
Capi vivirá el goce de leer cuando la ficción cobra vida con una enigmática
orquídea que se hace presente en su viaje. Entre el padre secuestrado, el
misterio de Las Pozas, la vida de
James y unas severas alergias que no le dan tregua, terminaron por entender,
que resolver problemas reales tiene sus propias complicaciones.
Para el escritor
sinaloense existen dos puntos relevantes a considerar en este libro: "uno
es el proceso de maduración del personaje y, otro, la imbricación de las
historias, la de Edward James y su presencia en Xilitla, enfrentando una fuerza
maligna -ahí se introduce el chamanismo, que se combina con el surrealismo; a lo
que se suman los fantasmas, pues no puedo olvidar la lección de mis maestros
Juan Rulfo y Fernando del Paso-; esas cuestiones tuve claro que debía
desarrollarlas, combinarlas".
El escritor no es un Dios,
es tan solo una herramienta de la inspiración, dijo alguien por allí alguna
vez. Tal vez por eso Mendoza escribe lo que verdaderamente importa. La
intertextualidad como enfoque de los ambientes es una de las características en
esta novela. Los lugares comunes del habla regional son bien llevados. La
novela, en ese sentido ha pintado la realidad, las costumbres de la época en
que se escribe. Es pues, como una boa que trepada en árboles, tiende de allí
emboscadas a sus lectores.
La literatura como todas
otras formas de expresión del pensamiento humano, tiene que sufrir la
influencia de las ideas predominantes en la sociedad. Mendoza, así, se preparó
para escribir y se esforzó por proporcionarnos el gozo por la palabra,
demostrándonos que es un escritor de sensibilidades.
Finalmente como lo declaró
el propio Élmer Mendoza a algún medio de comunicación El misterio de la orquídea
calavera representa un llamado a los jóvenes, a toda esa banda que de
pronto no sabe para dónde mirar, que le llegue a esta novela que, seguramente,
es una historia para ellos.
*Palabras escritas para la
presentación del libro El misterio de la orquídea calavera
de Elmer Mendoza, el jueves 30 de octubre de 2014 en el CEART Mexicali.
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