Muerte sin Fin |
Por Manuel Cuen Gamboa*
Muerte sin fin es la gran obra de José Gorostiza. Habíala leído hace mucho tiempo, en
aquella edición para Lecturas Mexicanas. De nuevo me embarco en su lectura,
pero ahora en una edición facsimilar de 2001, a propósito del primer centenario
de su nacimiento.
José Gorostiza nació en Villahermosa, Tabasco, el 10 de noviembre de
1901; murió el 17 de marzo de 1973. Poeta. Estudió en el Instituto Científico y
Literario de Aguascalientes y en las Escuela Nacional de Jurisprudencia. Fue
profesor de la Universidad Nacional; director del Departamento de Literatura
del INBA; ministro de Relaciones Exteriores; presidente de la Comisión de
Energía Nuclear; director de la colección Cuadernos Literarios de Editorial
Cultura; editor y director de la Revista
Nueva; editor de El
Maestro y compilador de lecturas clásicas para niños durante la
gestión de José Vasconcelos en la SEP. Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Perteneció al
grupo de Los Contemporáneos. En 1996 el FCE publicó Poesía completa. Colaboró en Contemporáneos, El Monitor
Republicano, El Universal Ilustrado, Examen, Letras de México, México en la
Cultura, México Moderno, Nuestro México, y San–Ev–Ank. Premio
Nacional de Letras 1968.
Dice
Mordecai S. Rubín, cuando habla de la forma y la sustancia del poema, que “La ambición
de Gorostiza es combinar el contenido de ideas con una forma perfecta
realizadora. Por lo tanto, no deja de ejercer la libertad más completa en
cuanto a la métrica y el vocabulario de los versos individuales”.
Por su parte
Jaime Labastida opina que “el verdadero valor de Muerte sin fin consiste en ser el poema que inscribe a la poesía
mexicana, por derecho propio, en la tradición culta, rigurosa, de la más alta
literatura universal”.
Muerte sin fin (1939), está considerado como el poema de larga
extensión más importante de las letras mexicanas durante el siglo XX y uno de
los más destacados en toda la lengua española. Su grandeza es tanta que nunca
pasa de moda, y en cada lectura, revela nuevos aspectos acerca de la muerte, el
ser, la soledad y la divinidad, frente a la conciencia humana.
Muerte sin fin, es sin duda un poema sensual. Un poema
muy meditado, pero sinfónico y reflexivo. Es como dice Evodio Escalante, “una
exaltación lirica de la luz y gemido agobiado de la criatura”.
Texto de resonancias barrocas y simbología compleja,
donde la reflexión sobre el lenguaje y la expresión poética se funde con
referencias a la muerte y otros motivos existenciales y metafísicos."
Aquí una muestra del poema: “Lleno de mí, sitiado en mi epidermis/por un dios inasible que me
ahoga,/mentido acaso/por su radiante atmósfera de luces/que oculta mi
conciencia derramada,/mis alas rotas en esquirlas de aire,/mi torpe andar a
tientas por el lodo;/lleno de mí -ahíto- me descubro/en la imagen atónita del
agua,/que tan sólo es un tumbo inmarcesible,/un desplome de ángeles caídos/a la
delicia intacta de su peso,/que nada tiene/sino la cara en blanco/hundida a
medias, ya, como una risa agónica,/en las tenues holandas de la nube/y en los
funestos cánticos del mar/-más resabio de sal o albor de cúmulo/que sola prisa
de acosada espuma./No obstante -oh paradoja- constreñida/por el rigor del vaso
que la aclara,/el agua toma forma./”.
Muerte sin fin de José Gorostiza
Edición Facsimilar de
la primera publicación,
Ediciones Loera y Chávez,
México, 1939
*Manuel Cuen
Gamboa pertenece a una generación de cambio histórico en el noroeste del
país. Autor de los libros Rondín Nocturno (poesía), Zarpazos de Sol (Ensayo),
La Frontera, el Río y el Desierto (Crónica) y Canto de Luz (Poesía). En prensa
Parvada de Olvidos (poesía).
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