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AURA |
Es
una historia narrada en segunda persona donde se nos presenta la lucha entre
las dualidades. Consuelo, el pasado, se apodera de Felipe, el presente, y trata
de ser ella misma el presente, a través de Aura. Felipe
Montero, un joven historiador y maestro, lee un anuncio de trabajo en el
periódico, que parece estar dirigido especialmente a él: un joven historiador
con conocimientos de francés requerido para trabajo secretarial. “Solo falta
que las letras más negras y llamativas del aviso informen: Felipe Montero
[...]. Pero si leyeras eso, sospecharías, lo tomarías a broma” Convencido de
que alguien ya ha aceptado la oferta, Montero se despreocupa del anuncio hasta
que se lo encuentra de nuevo el día siguiente. La remuneración ha aumentado, la
oferta es irresistible. Asombrado de que alguien aún viva en el Centro de la
Ciudad de México, finalmente se encuentra la dirección del anuncio, Donceles
815, entre palacios coloniales, convertidos en negocios de reparación y
pequeños comercios. La puerta de la casa se abre apenas con un empujón ligero y
antes de entrar a la casa echa un último vistazo a la bulliciosa calle. Dentro
de la casa percibe una realidad ajena, un mundo más lento. La casa huele a
humedad y a putrefacción, y su obscuridad no la hace menos opresiva que el
tráfico de afuera, al aire libre. No puede ver dónde va, pero una voz le ordena
que cuente un determinado número de escalones para llegar al dormitorio de la
dueña. La señora Consuelo Llorente actúa como si lo esperase precisamente a él.
Examina su francés y le explica que el trabajo consistirá en hacerle algunos
arreglos a las memorias de su marido.
El
autor, por medio del erotismo fantástico, de los símbolos tenebrosos y de la
creación de un ambiente fúnebre y exquisito, consigue llegar al análisis de la
existencia de todo ser humano, a través de la explotación de uno de los miedos
más grandes que han afectado a la humanidad: la muerte y su previa decadencia.
El
perro, la coneja, la oscuridad, la luz, el pasado, el presente, las miradas, la
percepción sensorial y los gatos, cumplen una función en el texto de Fuentes.
El perro, por ejemplo, en la parte donde Felipe Montero llega al domicilio de
la anciana, corresponde a un símbolo de aspectos antagónicos. En muchas
culturas, pero sobremanera en la mexicana, el perro es la guía del hombre en la
noche de su muerte y su compañero en el día de la vida. El conejo es símbolo de
renovación de la vida y en la novela la anciana siempre está acompañada por Saga, la gata que también se transforma
místicamente en Aura. La luz, por otra parte, es un símbolo de moralidad e
intelectualidad, por eso la habitación de Felipe Montero siempre está inundada de luz y el cuarto de la
anciana de tinieblas.
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